LAS OBRAS







Escenas contemporáneas: las obras
(Nemesio García-Carril Puy) 

Nuestro recorrido comienza con Petite Suite for Brass Quintet and String Orchestra (2015) de José González Granero. Estructurada en cinco movimientos contrastantes de corta duración (Overture, Valse, March, Interlude, Finale), su forma general se inspira en las suites tradicionales de origen barroco. El contraste característico del estilo de aquella época queda reflejado en la forma general de la obra. En efecto, en el primer, tercer y quinto movimiento se potencia la brillantez del sonido del metal, mientras que en el segundo y cuarto movimiento se busca la expresividad y dulzura de estos instrumentos. No obstante, la obra se ve enriquecida armónicamente mediante el empleo de un lenguaje post-romántico que combina la tonalidad tradicional con elementos modales –giros cadenciales del modo dórico en el Valse, la melodía del Interlude sobre el modo eólico, etc.–, politonales –como acontece en la Marcha, donde a un bajo obstinato en Mi bemol se superponen melodías en distintas tonalidades por parte del quinteto– y con el uso de acordes tradicionales con notas añadidas –como ocurre en el primer y quinto movimiento. Asimismo, en lo que atañe a la instrumentación, no se rehúye el empleo de recursos como el glissando, col legno, armónicos, sordinas, etc., que en la síntesis entre orquesta y quinteto permiten explorar colores de una gran originalidad. El resultado es una obra de una estética profundamente actual, pero en la que su lenguaje post-romántico permite mantener vínculos de familiaridad con el espectador sin perder un carácter evocativo, en ocasiones casi cinematográfico. Esta pieza fue compuesta a petición de Proemium Metals y estrenada en marzo de 2015.
A continuación, nos adentramos en dos obras que presentan una impronta estilística común: la tradición de la escuela romana en la que se formaron Valentí Miserachs, con una orientación más marcada por el post-impresionismo pucciniano,  y Nemesio García Carril, de una inclinación más austera y sobria en las sonoridades. Este estilo romano, no obstante, se manifiesta en ambas obras en perfecta simbiosis con el carácter de la música tradicional de las regiones de origen sus compositores: Cataluña y Galicia, respectivamente.
Maternal, fantasia i fuga, es una obra en la que Valentí Miserachs pretende rendir un homenaje musical a Sant Martí Sesgueioles. Esta es la localidad donde nació y se crio en su infancia, y que ha supuesto posteriormente para él un lugar de refugio y “sanatorio” espiritual a lo largo de su vida, como si de la acogida en los brazos de una madre se tratara. Inicialmente ideada para cobla catalana y orquesta, la versión realizada por Luca Petrongari –y supervisada por el propio Valentí Miserachs– a petición de Proemium Metals para quinteto de metales y orquesta privilegia la integración y la concertación del quinteto con la orquesta en una amplia variedad de colores orquestales. Estructurada en dos grandes secciones –fantasía y fuga–, la obra está protagonizada por el tema de “La Dida”, melodía de carácter popular que aparece de manera preponderante a lo largo de toda la pieza. Basada en una sonoridad general del  modo dórico pasando por distintos tonos, la fantasía comienza con un tema introductorio de ritmo ternario en el que se va anticipando en distintos momentos el tema de “La Dida”, que aparece más adelante plenamente expuesto por el oboe y el trombón. En contraste con ello, seguidamente se presenta un tema de creación propia del compositor en el violín y el violoncello, que se va viendo sucesivamente interrumpido por el tema principal con las intervenciones del quinteto. Finalmente, es el tema de “La Dida” el que acaba afianzándose con una acortada reexposición y constituyendo el sujeto de una fuga escolástica con la que concluye la obra, en la que las voces del quinteto dialogan de manera contrapuntística con el resto de elementos de la orquesta. 

Gabriel Delgado, Nemesio García Carril y Luis Otero durante un ensayo
Por su parte, dentro del estilo compositivo de la escuela romana, Escenas de “Campana y Piedra” para quinteto de metales solista y orquesta de Nemesio García Carril nos traslada a una atmósfera específicamente gallega. Compuesta por encargo de Proemium Metals, el material temático de esta obra está tomado de los temas principales que Nemesio García Carril había ideado para la banda sonora de una producción cinematográfica –que constaba de una serie de televisión y película– que finalmente no se llegó a realizar debido al fallecimiento inesperado del productor momentos antes del rodaje: Campana y Piedra, basada en la novela Fragmentos de Apocalipsis de Gonzalo Torrente Ballester y con guion y producción de Jesús Navascués. La trama de la serie se iba a desarrollar en la Catedral de Santiago y su entorno. En virtud de ello, a lo largo de toda esta obra musical se evoca la atmósfera gallega, a pesar de que en ella no aparece ningún tema popular sino que todos ellos son de creación propia por parte del compositor. La alusión al espíritu gallego se logra especialmente por el diseño de las melodías y el tratamiento modal de las mismas. Semejante a una obertura en la que se presentan distintos personajes, en la pieza se suceden distintos temas. La obra comienza con una sección introductoria –caracterizada por la melodía de la trompa en el modo dórico sobre Re– que concluye una vez que el quinteto se presenta en su totalidad de manera solemne en valores largos. Esto da paso a una segunda sección en la que, bajo un carácter expresivo y desarrollándose también en el modo dórico –ahora sobre el tono de Mi–, quinteto y orquesta dialogan a la manera de doble coro hasta acabar fundiéndose para llegar al punto culminante. Tras una sección de transición, se llega a un nuevo tema –en este caso sobre el modo frigio– que es introducido por el oboe y desarrollado por el quinteto. Finalmente, se procede a una recapitulación con la reexposición del tema introductorio, que se continúa con una exposición y estrechos de fuga en tempo allegro –cuyo sujeto está extraído precisamente del tema introductorio– en la que el quinteto solo, a modo de candeza, exhibe toda su brillantez y virtuosismo.
Acto seguido comienza la segunda parte del disco con las obras para quinteto solo. Dedicada a Proemium Metals por Gustavo Díaz-Jerez, Anemoi es la obra que ofrece una estética más innovadora de entre todas las que aquí se presentan, tanto por la técnica empleada en su composición (uso de procedimientos algorítmicos, espectralistas, fractales y otros métodos empleados en la composición asistida con ordenador) como por el logro de colores absolutamente originales para quinteto los instrumentos de quinteto de metal. El término “Anemoi” (Άνεμοι) hacía referencia en la mitología griega a los vientos, en la que, al igual que el resto de agentes naturales, aparecían personificados a la manera de dioses para ofrecer una explicación sobrenatural del devenir de la naturaleza. Dentro de los Anemoi se identificaban cuatro dioses principales, que coincidían con los vientos que provenían de cada uno de los cuatro puntos cardinales: Bóreas, del norte, devorador y violento; Noto, del sur, destructor de las cosechas; Céfiro, del oeste, el más suave y favorable; y Euro, del este, que traía el calor y la lluvia. Desde un punto de vista formal, la obra presenta la clásica estructura tripartita: exposición, desarrollo y reexposición. Pese a que no hay una intención descriptiva explícita por parte del compositor, en la exposición se presentan cuatro subsecciones temáticas que manifiestan cuatro atmósferas contrastantes entre sí que pueden ser identificadas con los cuatro vientos principales: un coral expresivo generado por la imitación en canon al unísono entre trompetas y trompa, con aportaciones del trombón y tuba; una parte imitativa y contrapuntística de carácter nervioso y agitado; una sección homofónica muy marcada y violenta; y finalmente, otra parte homofónica de gran masificación pero menos incisiva. Tras un largo desarrollo en el que van apareciendo los distintos temas tiene lugar la reexposición, que se encuentra acortada un 62% de acuerdo con la proporción áurea. En ella, los temas se suceden en orden inverso respecto a la exposición, concluyéndose con el coral –en el que las melodías aparecen ahora retrogradadas– que termina diluyéndose entre el soplo de los distintos vientos. Todo ello dentro de un lenguaje atonal, en el que la densidad cromática aparece muy cuidada y equilibrada, y donde el uso de la microtonalidad y de efectos con las sordinas confiere una estética única a la pieza.

Proemium Metals y Gustavo Díaz Jerez tras concluir un ensayo

La obra con la que concluimos nuestro periplo nos traslada a una estética próxima al neoclasicismo stravinskiano. Brass Quintet No. 2 de Derek Bourgeois fue compuesta en 1972 para el Philip Jones Ensemble. Sin embargo, la agrupación británica se negó a interpretar la pieza debido a su elevadísima dificultad técnica y, así, permaneció inédita hasta que en abril de 2014 fue estrenada mundialmente por Proemium Metals. La obra se estructura en tres movimientos. A la base formal de cada uno de ellos se encuentra –ya sea de una manera más o menos explícita, elaborada o distorsionada– el esquema clásico de la sonata tripartita en sus dos variantes: A-B-A o exposición-desarrollo-reexposición. En el primer movimiento, se comienza anticipando el tema A –de ritmo binario– mediante la presentación desarrollada de elementos de su cabeza (en la trompa) y de su cola (en la trompeta). El tema A no aparecerá perfectamente definido hasta su presentación a la octava por las dos trompetas. A continuación, una exposición de fuga sirve como transición hasta la segunda gran sección del movimiento. El sujeto de esta exposición de fuga –con cuatro contrasujetos en polirritmia y con las diferentes entradas de las voces a distancia de 3ª menor, configurando diacrónicamente el acorde de séptima de disminuida sobre sol sostenido– está basado en el tema A. Posteriormente, comienza a introducirse progresivamente el tema B –de ritmo ternario, en hemiolia respecto al compás binario del movimiento– intercalado en una lucha constante con elementos de la cola del tema A y de su acompañamiento rítmico. El tema B en su totalidad aparece presentado más adelante con entradas sucesivas con ligeras variantes en trompeta, trompa, trombón y tuba, siempre sobre una textura totalmente homofónica en valores largos, que contrasta radicalmente con el carácter rítmico del acompañamiento del tema A. Y súbitamente comienza la reexposición en la que el tema A reaparece primero en trompeta y trombón, y después en inversión interválica en trompeta y tuba. El segundo movimiento empieza con el mismo acorde (de quinta justa y sexta menor) y con los mismos instrumentos (trompa, trombón y tuba) con los que se iniciaba y concluía el primer movimiento, dando sensación de unidad y continuidad. Aquí encontramos un primer tema bucólico y expresivo que se expone en trompeta y tuba. A continuación, tras una imponente cadencia de trompeta que sirve de transición, aparece un segundo tema de un carácter agresivo y violento, cuyo inicio está basado en la cola del tema A del primer movimiento. Este segundo movimiento concluye con la reexposición del primer tema, ahora en pianísimo y con el color de los instrumentos tamizado por el empleo de las sordinas. La continuidad entre segundo y tercer movimiento se establece de nuevo armónica y tímbricamente, en esta ocasión por medio de las trompetas a distancia de tercera menor. La exposición del tercer movimiento presenta la particularidad de ser bitemática, con un tema A construido a partir de elementos de los temas del primer movimiento, y un tema B que es ejecutado por la trompeta con sordina y que pretende simular el carácter de una melodía improvisada y difusa. Tras ello, comienza el desarrollo sobre el tema A para pasar rápidamente a ser desarrollado el tema B, con una superposición de melodías sobre el bajo rítmico de la tuba que dan lugar a una textura caótica y de aparente improvisación simultánea de los distintos instrumentos. La reexposición aparece anunciada por las trompetas, nuevamente a distancia de tercera. Sin embargo, aquí se altera el orden de la exposición, pues se encuentra primero el acompañamiento del tema B –ahora en el registro subgrave de trompa, trombón y tuba– sin la melodía con sordina de la trompeta, y sólo después de esto es reexpuesto el tema A. La obra concluye con una coda de considerables dimensiones basada en el motivo que había iniciado este tercer movimiento. Todo ello se elabora dentro de un lenguaje armónico complejo, con gran presencia de disonancias pero en el que no se renuncia a las polarizaciones hacia ciertos tonos.